La política argentina está experimentando una transformación magnífica en vísperas de las próximas elecciones legislativas.
La ansiada y proclamada “reforma política”, la misma en apariencias, soñada por muchos hace algunos años con la “transversalidad” y la “concertación”; hoy se disfraza de un “modismo menemista” reciclado.
Lo que hace algunos años indignaba, ahora es proclamado desde derecha e izquierda.
La apertura de la política al poder económico no resistió la aparición mediática de “líderes populares”.
La mediatización de los “piqueteros”, y su posterior inclusión en espacios de poder de la vida política argentina, tuvo un intento de réplica durante el conflicto del campo.
El sector agropecuario instaló durante meses determinadas figuras, que en sus formas; buscaban recuperar el más codiciado espacio público: la palabra mediatizada.
Pero bien, el juego de estrategias en las cuales los medios de comunicación resultaron ser artífices y promotores de los “ruralistas”, ahora se vuelca a la construcción del mejor candidato posible del mercado; algo que no sucedió tan explícitamente durante los últimos años: el mercado mismo.
Al estilo de las primeras campañas de Benetton, Francisco De Narváez ha optado por mostrarse como un “hombre de familia”, “alguien” que va en contra de la “mala política”, del enfrentamiento entre los argentinos. [1]
Su figura en el spot se empalma sobre un tema al estilo Steven Spielberg; mientras su voz pausada y sus gestos modestos, marcan el tiempo al slogan.
Si Carlos Menem debió rendir cuentas por la incorporación de economistas liberales y explicar su “revolución” productiva, ahora las explicaciones están de más.
La evidencia por sí aparece construida desde el sentido común que promueven determinados sectores de la economía, la política y la cultura argentina.
¿Cuál es el prototipo de ciudadano que incluye un modelo, en el cual el mismo gobernador sea dueño de un canal de televisión, un diario y miles de carteles aéreos en toda la extensión de la Provincia? ¿Cuáles han de ser los valores y a qué tipo de consumos culturales debemos apropiarnos para sentirnos parte?
El gobierno pseudo kirchnerista también puede ser culpable de esto. Culpable de llevar a la sociedad argentina a la disyuntiva de creer mirando al costado, de encontrar candidaturas en testimonios diluidos, en protagonismos de cámaras.
Poco tiene que ver este gobierno con Kirchner, ese original que muchos reivindican en sus cartas de lectores y textos académicos. Poco también tenía Perón del 45 con el de los 70, se auto convencían los jóvenes de aquellos tiempos.
El gobierno lamentablemente ha sido incapaz de generar una alternativa lo suficientemente inteligente para evitar un juego de máscaras en la oposición.
En la Provincia de Buenos Aires, la fórmula Massa-Sabatella hubiese nucleado una historia de intendencias y coincidencias, verdaderamente amplias, para generar la renovación que se anunciaba.
El principal problema de Kirchner es que intenta representar a los que hoy aún se dicen parte del kirchnerismo. No amplía su espectro. Guiado por aquellos que dicen entenderlo, a él y a su fenómeno político, se zambulló en una contienda electoral que barre con su potencialidad como ex presidente. La ventaja en la experiencia gubernamental, en la formación de equipos y en los resultados macro económicos, ahora son solapados por una candidatura “testimonial” bajo el ala de una artista, que casualmente lleva el apellido de revolución.
Scioli, experimentado político de gestión al mando de la cartera de Turismo, aún nostálgico de su piloto de tormentas, prefiere ser el primer acólito presidencial; con una Provincia al borde de un ataque de nervios.
El ciudadano expectante encuentra el desenfreno de un costado de la pantalla, con el kirchnerismo desolado, sin un Kirchner conductor como en otros tiempos no lejanos, y el peronista más representativo que encontró la Provincia de Buenos Aires: un millonario pelirrojo, y que nos deja cuando puede en claro, que le gusta ser millonario.
Entre estas dos opciones, el elector buscará dirimir, ya no una interna del Partido Justicialista, sino la orientación de la brújula de los caciques bonaerenses, para saber en qué juego deben seguir estando.
El Duhaldismo Light
La falacia de las candidaturas no está dada porque no asuman, hoy está dada por la escasa construcción de horizontes de previsibilidad; y la nula renovación política dirigencial.
Además, se vive la incertidumbre generada y lograda desde diversos sectores, que hoy piden irse y piden que se vayan.
Elisa Carrió finalmente, hoy resulta trágicamente, para muchos, una decepción.
Quién fue la única que pudo encabezar las investigaciones más acuciantes, líder de su espacio y con probada capacidades morales, no asumió aún el rol que solicita la sociedad entera.
Podemos pensar en un escenario similar al 2003 y a 1997 en algunos puntos.
Al 2003, las semejanzas aparecen en cuánto se exponen nuevamente dos modelos irascibles, el menemismo Reloaded y Duhaldismo Light, siempre por dentro del Peronismo (Disidente o no), y una oposición fragmentada nuevamente. El rol que cumplió aquella vez López Murphy, lo buscan otras opciones con menos del 10% de los votos, con el único fin de restar un poco a todos.
Ahora bien, en 2003 Elisa Carrió no tuvo para nada una mala elección. Por el contrario, sin estructuras ni capacidad económica, frente al aparato de Duhalde y Menem, supo posicionarse estratégicamente.
Hoy confía sus fichas al futuro. Sabe que Michetti no podrá resistir un parlamente multicolor en sus espacios internos, y buscará próximamente tomar aire fresco en una fuerza con líderes jóvenes.
Reutemann, un fantasma que ha vuelto del celibato, ahora nos enseña que a veces resulta mejor no estar en la política, para que se acuerden nuevamente de uno. Y en ese mismo camino aparece Mauricio Macri.
Aquí las nuevas similitudes con 1997. Fernando De La Rúa, por aquellos días soñaba con volverse el presidente de la Nación. Aún no habiendo gobernado un mandato en la Ciudad, ya sus hombres “operaban” para construir su liderazgo.
Pero Mauricio tiene un plan. Conoce el poder de impacto de la estructura duhaldista en la Provincia de Buenos Aires y mantiene en secreto sus relaciones con muchos miembros del kircherismo, disidente o no. Es con esta estructura, más sus asesores internacionales, que buscará edificar cuidadosamente una “alternativa” con “estabilidad”.
La ausencia de críticas efervescentes en la Ciudad nos enseña cómo aún la prensa puede tener amigos circunstanciales a veces. Lo mismo ocurre con Sabatella, quién al amparo de resultados “aceptables”, intenta exportar su Morón “trasparente”, mientras se rodea de ex funcionarios de Solá, ex piqueteros, y ex kirchneristas.
El ciudadano elector atónito cierra el periódico.
La “coyuntura” electoral, se resuelve por ahora entre el “monetarismo ético”, propuesto por “franciscanos” del Duhaldismo Light, o la parodia kirchnerista (sin Kirchner) en la que un actriz enseña a sus discípulos a gobernar, en los sinsabores de una derrota.
La Coalición Cívica, en vez de encontrar nuevos líderes sociales también se “reencontró” con el radicalismo, una palabra poco asociada a la renovación política.
Pero aún démosle una semana. En días y horas, sabremos algo más de las “listas”, esas columnas infinitas, que ni hoy ni ayer, por ahora, encontrarán satisfecho a quién, en el cuarto oscuro, busque algo más de luz para nuestro país.
[1] Francisco De Narváez en su spot sostiene: “Creo que no hay futuro sin familia. No hay familia sin seguridad. Y no hay seguridad si no hay empleo, educación, salud para todos. Estoy convencido de que este es el momento para terminar con la mala política. Llena de vivos. Que nos llenan de muertos.
Podemos cambiar todo lo que nos hace mal, por todo lo que nos hace bien. Necesitamos un argentino más otro, no un argentino contra otro. No un argentino contra otro. Si pensás igual que yo, lo hacemos. Hay alguien nuevo en la política. Vos.”
“Soy nieto de inmigrantes como mucho de nosotros, mis abuelos fueron fundadores de una cadena de tiendas muy querida por todos, Casa Tía. Mi familia y yo hicimos cada peso a la vieja usanza, lo ganamos trabajando. Antes se podía trabajar y se podía progresar. Soy un tipo de familia, Tengo cinco hijos y estamos esperando el sexto. Pero no se puede si todo a tu alrededor está sufriendo. Creo que no hay futuro sin familia, no hay familia sin seguridad.”
La ansiada y proclamada “reforma política”, la misma en apariencias, soñada por muchos hace algunos años con la “transversalidad” y la “concertación”; hoy se disfraza de un “modismo menemista” reciclado.
Lo que hace algunos años indignaba, ahora es proclamado desde derecha e izquierda.
La apertura de la política al poder económico no resistió la aparición mediática de “líderes populares”.
La mediatización de los “piqueteros”, y su posterior inclusión en espacios de poder de la vida política argentina, tuvo un intento de réplica durante el conflicto del campo.
El sector agropecuario instaló durante meses determinadas figuras, que en sus formas; buscaban recuperar el más codiciado espacio público: la palabra mediatizada.
Pero bien, el juego de estrategias en las cuales los medios de comunicación resultaron ser artífices y promotores de los “ruralistas”, ahora se vuelca a la construcción del mejor candidato posible del mercado; algo que no sucedió tan explícitamente durante los últimos años: el mercado mismo.
Al estilo de las primeras campañas de Benetton, Francisco De Narváez ha optado por mostrarse como un “hombre de familia”, “alguien” que va en contra de la “mala política”, del enfrentamiento entre los argentinos. [1]
Su figura en el spot se empalma sobre un tema al estilo Steven Spielberg; mientras su voz pausada y sus gestos modestos, marcan el tiempo al slogan.
Si Carlos Menem debió rendir cuentas por la incorporación de economistas liberales y explicar su “revolución” productiva, ahora las explicaciones están de más.
La evidencia por sí aparece construida desde el sentido común que promueven determinados sectores de la economía, la política y la cultura argentina.
¿Cuál es el prototipo de ciudadano que incluye un modelo, en el cual el mismo gobernador sea dueño de un canal de televisión, un diario y miles de carteles aéreos en toda la extensión de la Provincia? ¿Cuáles han de ser los valores y a qué tipo de consumos culturales debemos apropiarnos para sentirnos parte?
El gobierno pseudo kirchnerista también puede ser culpable de esto. Culpable de llevar a la sociedad argentina a la disyuntiva de creer mirando al costado, de encontrar candidaturas en testimonios diluidos, en protagonismos de cámaras.
Poco tiene que ver este gobierno con Kirchner, ese original que muchos reivindican en sus cartas de lectores y textos académicos. Poco también tenía Perón del 45 con el de los 70, se auto convencían los jóvenes de aquellos tiempos.
El gobierno lamentablemente ha sido incapaz de generar una alternativa lo suficientemente inteligente para evitar un juego de máscaras en la oposición.
En la Provincia de Buenos Aires, la fórmula Massa-Sabatella hubiese nucleado una historia de intendencias y coincidencias, verdaderamente amplias, para generar la renovación que se anunciaba.
El principal problema de Kirchner es que intenta representar a los que hoy aún se dicen parte del kirchnerismo. No amplía su espectro. Guiado por aquellos que dicen entenderlo, a él y a su fenómeno político, se zambulló en una contienda electoral que barre con su potencialidad como ex presidente. La ventaja en la experiencia gubernamental, en la formación de equipos y en los resultados macro económicos, ahora son solapados por una candidatura “testimonial” bajo el ala de una artista, que casualmente lleva el apellido de revolución.
Scioli, experimentado político de gestión al mando de la cartera de Turismo, aún nostálgico de su piloto de tormentas, prefiere ser el primer acólito presidencial; con una Provincia al borde de un ataque de nervios.
El ciudadano expectante encuentra el desenfreno de un costado de la pantalla, con el kirchnerismo desolado, sin un Kirchner conductor como en otros tiempos no lejanos, y el peronista más representativo que encontró la Provincia de Buenos Aires: un millonario pelirrojo, y que nos deja cuando puede en claro, que le gusta ser millonario.
Entre estas dos opciones, el elector buscará dirimir, ya no una interna del Partido Justicialista, sino la orientación de la brújula de los caciques bonaerenses, para saber en qué juego deben seguir estando.
El Duhaldismo Light
La falacia de las candidaturas no está dada porque no asuman, hoy está dada por la escasa construcción de horizontes de previsibilidad; y la nula renovación política dirigencial.
Además, se vive la incertidumbre generada y lograda desde diversos sectores, que hoy piden irse y piden que se vayan.
Elisa Carrió finalmente, hoy resulta trágicamente, para muchos, una decepción.
Quién fue la única que pudo encabezar las investigaciones más acuciantes, líder de su espacio y con probada capacidades morales, no asumió aún el rol que solicita la sociedad entera.
Podemos pensar en un escenario similar al 2003 y a 1997 en algunos puntos.
Al 2003, las semejanzas aparecen en cuánto se exponen nuevamente dos modelos irascibles, el menemismo Reloaded y Duhaldismo Light, siempre por dentro del Peronismo (Disidente o no), y una oposición fragmentada nuevamente. El rol que cumplió aquella vez López Murphy, lo buscan otras opciones con menos del 10% de los votos, con el único fin de restar un poco a todos.
Ahora bien, en 2003 Elisa Carrió no tuvo para nada una mala elección. Por el contrario, sin estructuras ni capacidad económica, frente al aparato de Duhalde y Menem, supo posicionarse estratégicamente.
Hoy confía sus fichas al futuro. Sabe que Michetti no podrá resistir un parlamente multicolor en sus espacios internos, y buscará próximamente tomar aire fresco en una fuerza con líderes jóvenes.
Reutemann, un fantasma que ha vuelto del celibato, ahora nos enseña que a veces resulta mejor no estar en la política, para que se acuerden nuevamente de uno. Y en ese mismo camino aparece Mauricio Macri.
Aquí las nuevas similitudes con 1997. Fernando De La Rúa, por aquellos días soñaba con volverse el presidente de la Nación. Aún no habiendo gobernado un mandato en la Ciudad, ya sus hombres “operaban” para construir su liderazgo.
Pero Mauricio tiene un plan. Conoce el poder de impacto de la estructura duhaldista en la Provincia de Buenos Aires y mantiene en secreto sus relaciones con muchos miembros del kircherismo, disidente o no. Es con esta estructura, más sus asesores internacionales, que buscará edificar cuidadosamente una “alternativa” con “estabilidad”.
La ausencia de críticas efervescentes en la Ciudad nos enseña cómo aún la prensa puede tener amigos circunstanciales a veces. Lo mismo ocurre con Sabatella, quién al amparo de resultados “aceptables”, intenta exportar su Morón “trasparente”, mientras se rodea de ex funcionarios de Solá, ex piqueteros, y ex kirchneristas.
El ciudadano elector atónito cierra el periódico.
La “coyuntura” electoral, se resuelve por ahora entre el “monetarismo ético”, propuesto por “franciscanos” del Duhaldismo Light, o la parodia kirchnerista (sin Kirchner) en la que un actriz enseña a sus discípulos a gobernar, en los sinsabores de una derrota.
La Coalición Cívica, en vez de encontrar nuevos líderes sociales también se “reencontró” con el radicalismo, una palabra poco asociada a la renovación política.
Pero aún démosle una semana. En días y horas, sabremos algo más de las “listas”, esas columnas infinitas, que ni hoy ni ayer, por ahora, encontrarán satisfecho a quién, en el cuarto oscuro, busque algo más de luz para nuestro país.
[1] Francisco De Narváez en su spot sostiene: “Creo que no hay futuro sin familia. No hay familia sin seguridad. Y no hay seguridad si no hay empleo, educación, salud para todos. Estoy convencido de que este es el momento para terminar con la mala política. Llena de vivos. Que nos llenan de muertos.
Podemos cambiar todo lo que nos hace mal, por todo lo que nos hace bien. Necesitamos un argentino más otro, no un argentino contra otro. No un argentino contra otro. Si pensás igual que yo, lo hacemos. Hay alguien nuevo en la política. Vos.”
“Soy nieto de inmigrantes como mucho de nosotros, mis abuelos fueron fundadores de una cadena de tiendas muy querida por todos, Casa Tía. Mi familia y yo hicimos cada peso a la vieja usanza, lo ganamos trabajando. Antes se podía trabajar y se podía progresar. Soy un tipo de familia, Tengo cinco hijos y estamos esperando el sexto. Pero no se puede si todo a tu alrededor está sufriendo. Creo que no hay futuro sin familia, no hay familia sin seguridad.”
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