A días de la elección legislativa, subyace una pregunta que debiera buena parte de la ciudadanía cuestionarse: cuáles son los requisitos actuales para ser un candidato político.
Sin apartarse de la Constitución Nacional, podemos permitirnos un debate sobre los requisitos "prácticos"; la materialidad anclada en la estructura de relaciones sociales y económicas.
¿Quién, sino un millonario empresario o varios de ellos, pueden enfrentar en cuánto estructura de recursos al poder oficial en una elección?
¿Qué calidad democrática estamos construyendo si tan sólo quién disponga de recursos económicos como principal requisito; es capaz de ser electo?
¿Cuál es la resistencia en cuánto a libertades políticas; si el candidato es dueño de varios medios de comunicación?
¿Existe democracia cuando los medios de comunicación y la política es una empresa; en la que la maquinaria informacional y electoral sirven a los intereses coyunturales de los principales grupos económicos?
¿Cuál es la resistencia en recepción, cuando la televisión principalmente aparece enredada en la misma trama de poder político y económico; y antetodo opera una censura en el acceso?
Daniel Arzadun en El peronismo: Kirchner y la conquista del reino nos advierte:
"El nuevo fenómeno de la representación, reposa así sobre un personalismo mediático, armado a partir de los lineamientos provenientes de las técnicas del marketing político.
Los nuevos "video líderes" centran su atención en las pantallas televisivas prioritariamente, produciéndose una progresiva autonomización de los mismos respecto de las estructuras políticas, de la militancia y los cuadros partidarios, que si bien se mantienen vigentes, cumplen una función cada vez más marginal.
La metamorfosis representativa que este proceso gesta se evidencia en que los video líderes interpelan a una ciudadanía audiencia, a la que procuran reagrupar en torno a temáticas significativas y transversales respecto a los clivajes tradicionales (ej: crecimiento económico, que beneficiaría tanto a empresarios como a trabajadores y desocupados). Es también esta ciudadanía, auscultada a través de las encuestas, la que determina las demandas que los líderes audiovisuales registran y las que buscan dar respuesta."
"Algunos autores consideran que este nuevo paradigma representativo da lugar a "identificaciones por escenificación", apoyadas en la movilización de recursos simbólicos desplazando a las históricas "identificaciones por alteridad", asentadas en los antagonismos sociales, los comportamientos electorales estables y los fuertes lazos de pertenencia partidaria."
La transformación de la política de masas en una política mediática, ha reconvertido a los partidos en una cáscara, en un dispositivo superficial; en donde los liderazgos no provienen de la vida social sino más bien, de los pasillos de los principales canales televisivos.
La proclamada nueva política ha optado por introducir "rostros jóvenes"; profesionales pragmáticos en que eligen, o bien por preferencia en cuánto el cargo que ocupan o bien por su identificación con una publicidad, un modo de "comunicar" que existen "espacios abiertos y plurales."
La "pluralidad" de los medios de comunicación también se arraiga en determinantes sociales y económicos. La censura oculta en la configuración de las grillas de programación, los tiempos, los cortes, entre otros, a veces se figura en un dispositivo no revisado en las "autocríticas" de programas sobre la televisión. En definitiva, seamos plurales sólo con quiénes trabajan para nosotros.
Ojalá que la empresa política y la mediática, no terminen de transparentar sus relaciones. Estaremos entonces finalmente, ante un mecanismo de dominación social, dificilmente capaz de ser destruido, por quién alguna vez contribuyeron (con su voto) a edificarlo.
Ojalá no suceda (el 28 de junio).
Sin apartarse de la Constitución Nacional, podemos permitirnos un debate sobre los requisitos "prácticos"; la materialidad anclada en la estructura de relaciones sociales y económicas.
¿Quién, sino un millonario empresario o varios de ellos, pueden enfrentar en cuánto estructura de recursos al poder oficial en una elección?
¿Qué calidad democrática estamos construyendo si tan sólo quién disponga de recursos económicos como principal requisito; es capaz de ser electo?
¿Cuál es la resistencia en cuánto a libertades políticas; si el candidato es dueño de varios medios de comunicación?
¿Existe democracia cuando los medios de comunicación y la política es una empresa; en la que la maquinaria informacional y electoral sirven a los intereses coyunturales de los principales grupos económicos?
¿Cuál es la resistencia en recepción, cuando la televisión principalmente aparece enredada en la misma trama de poder político y económico; y antetodo opera una censura en el acceso?
Daniel Arzadun en El peronismo: Kirchner y la conquista del reino nos advierte:
"El nuevo fenómeno de la representación, reposa así sobre un personalismo mediático, armado a partir de los lineamientos provenientes de las técnicas del marketing político.
Los nuevos "video líderes" centran su atención en las pantallas televisivas prioritariamente, produciéndose una progresiva autonomización de los mismos respecto de las estructuras políticas, de la militancia y los cuadros partidarios, que si bien se mantienen vigentes, cumplen una función cada vez más marginal.
La metamorfosis representativa que este proceso gesta se evidencia en que los video líderes interpelan a una ciudadanía audiencia, a la que procuran reagrupar en torno a temáticas significativas y transversales respecto a los clivajes tradicionales (ej: crecimiento económico, que beneficiaría tanto a empresarios como a trabajadores y desocupados). Es también esta ciudadanía, auscultada a través de las encuestas, la que determina las demandas que los líderes audiovisuales registran y las que buscan dar respuesta."
"Algunos autores consideran que este nuevo paradigma representativo da lugar a "identificaciones por escenificación", apoyadas en la movilización de recursos simbólicos desplazando a las históricas "identificaciones por alteridad", asentadas en los antagonismos sociales, los comportamientos electorales estables y los fuertes lazos de pertenencia partidaria."
La transformación de la política de masas en una política mediática, ha reconvertido a los partidos en una cáscara, en un dispositivo superficial; en donde los liderazgos no provienen de la vida social sino más bien, de los pasillos de los principales canales televisivos.
La proclamada nueva política ha optado por introducir "rostros jóvenes"; profesionales pragmáticos en que eligen, o bien por preferencia en cuánto el cargo que ocupan o bien por su identificación con una publicidad, un modo de "comunicar" que existen "espacios abiertos y plurales."
La "pluralidad" de los medios de comunicación también se arraiga en determinantes sociales y económicos. La censura oculta en la configuración de las grillas de programación, los tiempos, los cortes, entre otros, a veces se figura en un dispositivo no revisado en las "autocríticas" de programas sobre la televisión. En definitiva, seamos plurales sólo con quiénes trabajan para nosotros.
Ojalá que la empresa política y la mediática, no terminen de transparentar sus relaciones. Estaremos entonces finalmente, ante un mecanismo de dominación social, dificilmente capaz de ser destruido, por quién alguna vez contribuyeron (con su voto) a edificarlo.
Ojalá no suceda (el 28 de junio).
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