El desembarco de aproximadamente 200 inspectores de la AFIP en las oficinas del Grupo Clarín el viernes 13 de Septiembre (tapa de Clarín) conllevó la irrupción de nuevas operaciones discursivas en las páginas del propio medio; sin demasiados antecedentes.
Operativo oficial de intimidación a Clarín titulaba el Gran Diario Argentino. El “hostigamiento” del “kirchnerismo” requería de una respuesta desde el mismo medio.
¿Puede la opinión del medio ser titular de una noticia; ya no de un editorial? Esto ocurrió en esta edición; en la página 9 fue titular un fragmento del propio comunicado del medio:
Comunicado Oficial del Grupo Clarín “Una escalada de hechos agresivos e intimidantes”
En una tercera persona impersonal; se sostiene: “Hay una relación entre el operativo de la AFIP y recientes episodios violentos”. ¿Quién realiza esta afirmación; el “periodismo independiente” o el “grupo económico”?
La nueva “Ley de Medios “o “Ley de Medios K” obligó a convertir al Grupo Clarín en noticia de sí mismo. La transparencia del enunciador en la publicación de un comunicado de prensa; con una cita como título; nos demuestra un efecto que podría remitirnos a la aparición reciente de Francisco De Narváez en su propio Canal América durante su campaña electoral.
Esta transparencia desde el poder; en primera instancia, y tras los resultados electorales; no recibiría un cuestionamiento crítico desde “los lectores”. Lo crítico aparece enfundado en “lo ideológico”; es el gobierno quién busca su mitificación; sólo posible en la desaparición.
“Una señal de lo que puede venir”; sostiene el editor Ricardo Roa. La impronta del “bolivarismo” aparece en los discursos de la oposición; intentando suscribir un fenómeno amplio a una reminiscencia periodística del caso chavista.
La reaparición de periodistas de investigación como Daniel Santoro coinciden en Clarín con un momento de cuestionamientos frente a la nueva “posible” norma.
Hoy parecieran figurarse 3 espadas que dispone el Grupo.
En primer lugar, la “Justicia”. El desenmascaramiento de “lo ideológico” opera desde la misma materialidad; no existe “peronismo” enunciado si la Justicia radica en otro lugar. “Lo justo”, como categoría dependiente de la “justicia”; sea en todas las causas por imaginar.
La segunda espada del Grupo radica en “lo mediático”; en su propia autodefensa; en convertirse en portavoz del “periodismo”, específicamente de investigación; en unificar las opiniones de los distintos medios a través de las Asociaciones “independientes” de empresas de medios.
Finalmente, la tercera espada se ancla en “lo político”. Aquí aparecen esas figuras de dependencia completamente “mediática” en esencia; en dónde la formación discursiva se suspende; y resulta el interés despiadado de una clase política buscando fama. El ejemplo, Julio Cobos. Convertirse de vicepresidente a “maratonista” no podría haberse realizado sin la ayuda de algunos “grupos”. La renuncia de Cobos se convierte en el ascensor del Grupo; en la mejor forma de escalar en lo impredecible; algo que hoy sigue monopolizando el gobierno.
El gobierno aún mantiene una estrategia dispersa; pero con sentido. La finalización de los contratos privados para la televisación del fútbol implicaron desde lo simbólico; la apropiación de uno de los rasgos de identidad nacional más fuertes: el fútbol.
La agilidad de los tiempos institucionales, fagocitada para el Grupo por las mayorías oficiales en el Congreso, se convierte en la principal espada del gobierno. La presencia de medios “orgánicos” por fuera de la órbita oficial; la otra espada de Kirchner. “Página 12”, “El Argentino”; se han convertido en los “house organ” de los intelectuales políticos del gobierno.
Aquí entonces se configura una nueva batalla (nunca la última) sobre la intelectualidad. Mientras el gobierno adiestra desde la tribuna de intelectuales generados por y para la política; el Grupo busca adhesiones en sus propias filas; defienden lo propio y no lo ajeno; quedándose anclado en “mercenarios mediáticos”; que desde la política buscan su beneficio a corto plazo.
A pesar de este marco, soy optimista. Ambos, el Grupo y el Gobierno tienen demasiado para ganar, y para perder. Demasiado para acordar entonces. Sin embargo, lo que los acuerdos superestructurales no van a devolver es el interés de millones de lectores, que hoy desorientados entre las espadas; aún desean informarse de lo “que pasa” y no de lo “que nos pasa”.
Ojalá tomemos nota.
Atentamente.
Francisco Schaer
Operativo oficial de intimidación a Clarín titulaba el Gran Diario Argentino. El “hostigamiento” del “kirchnerismo” requería de una respuesta desde el mismo medio.
¿Puede la opinión del medio ser titular de una noticia; ya no de un editorial? Esto ocurrió en esta edición; en la página 9 fue titular un fragmento del propio comunicado del medio:
Comunicado Oficial del Grupo Clarín “Una escalada de hechos agresivos e intimidantes”
En una tercera persona impersonal; se sostiene: “Hay una relación entre el operativo de la AFIP y recientes episodios violentos”. ¿Quién realiza esta afirmación; el “periodismo independiente” o el “grupo económico”?
La nueva “Ley de Medios “o “Ley de Medios K” obligó a convertir al Grupo Clarín en noticia de sí mismo. La transparencia del enunciador en la publicación de un comunicado de prensa; con una cita como título; nos demuestra un efecto que podría remitirnos a la aparición reciente de Francisco De Narváez en su propio Canal América durante su campaña electoral.
Esta transparencia desde el poder; en primera instancia, y tras los resultados electorales; no recibiría un cuestionamiento crítico desde “los lectores”. Lo crítico aparece enfundado en “lo ideológico”; es el gobierno quién busca su mitificación; sólo posible en la desaparición.
“Una señal de lo que puede venir”; sostiene el editor Ricardo Roa. La impronta del “bolivarismo” aparece en los discursos de la oposición; intentando suscribir un fenómeno amplio a una reminiscencia periodística del caso chavista.
La reaparición de periodistas de investigación como Daniel Santoro coinciden en Clarín con un momento de cuestionamientos frente a la nueva “posible” norma.
Hoy parecieran figurarse 3 espadas que dispone el Grupo.
En primer lugar, la “Justicia”. El desenmascaramiento de “lo ideológico” opera desde la misma materialidad; no existe “peronismo” enunciado si la Justicia radica en otro lugar. “Lo justo”, como categoría dependiente de la “justicia”; sea en todas las causas por imaginar.
La segunda espada del Grupo radica en “lo mediático”; en su propia autodefensa; en convertirse en portavoz del “periodismo”, específicamente de investigación; en unificar las opiniones de los distintos medios a través de las Asociaciones “independientes” de empresas de medios.
Finalmente, la tercera espada se ancla en “lo político”. Aquí aparecen esas figuras de dependencia completamente “mediática” en esencia; en dónde la formación discursiva se suspende; y resulta el interés despiadado de una clase política buscando fama. El ejemplo, Julio Cobos. Convertirse de vicepresidente a “maratonista” no podría haberse realizado sin la ayuda de algunos “grupos”. La renuncia de Cobos se convierte en el ascensor del Grupo; en la mejor forma de escalar en lo impredecible; algo que hoy sigue monopolizando el gobierno.
El gobierno aún mantiene una estrategia dispersa; pero con sentido. La finalización de los contratos privados para la televisación del fútbol implicaron desde lo simbólico; la apropiación de uno de los rasgos de identidad nacional más fuertes: el fútbol.
La agilidad de los tiempos institucionales, fagocitada para el Grupo por las mayorías oficiales en el Congreso, se convierte en la principal espada del gobierno. La presencia de medios “orgánicos” por fuera de la órbita oficial; la otra espada de Kirchner. “Página 12”, “El Argentino”; se han convertido en los “house organ” de los intelectuales políticos del gobierno.
Aquí entonces se configura una nueva batalla (nunca la última) sobre la intelectualidad. Mientras el gobierno adiestra desde la tribuna de intelectuales generados por y para la política; el Grupo busca adhesiones en sus propias filas; defienden lo propio y no lo ajeno; quedándose anclado en “mercenarios mediáticos”; que desde la política buscan su beneficio a corto plazo.
A pesar de este marco, soy optimista. Ambos, el Grupo y el Gobierno tienen demasiado para ganar, y para perder. Demasiado para acordar entonces. Sin embargo, lo que los acuerdos superestructurales no van a devolver es el interés de millones de lectores, que hoy desorientados entre las espadas; aún desean informarse de lo “que pasa” y no de lo “que nos pasa”.
Ojalá tomemos nota.
Atentamente.
Francisco Schaer
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