(…) “la cuestión central seguía
siendo: para que haya desfase, tiene que haber alguien que lo observe. Ese
alguien no es el actor sumergido en la comunicación. Estaba convencido de que
el actor sólo puede tener una visión lineal de la comunicación. Lo cual explica
por qué todas las teorías funcionalistas, que son teorías del actor, conciben
la comunicación como un proceso lineal.
Su prototeoría era la siguiente.
Primera hipótesis: la circulación
del sentido es comparable a lo que los físicos llaman “un sistema alejado del
equilibrio.”
Segunda hipótesis: la cuestión de
la indeterminación del sentido no admite una solución probabilística. Retomando
una fórmula de Gregory Bateson, pero cambiándola al mismo tiempo: el sentido es
del orden del número, pero no de la cantidad. La diferencia entre la operación
consistente en predecir la clase de fenómenos que se producirá en un sistema
alejado del equilibrio y próximo al “punto de bifurcación” y la operación
consistente en predecir la configuración singular que aparecerá después del
punto de bifurcación, es cualitativa y no cuantitativa. En este caso, es la
diferencia entre una operación posible (predecir la clase de fenómenos) y una
operación imposible (predecir su configuración singular).
Tercera hipótesis: el dispositivo
terciario que vuelve visible el carácter no lineal de la circulación del
sentido no es producido por la posición del observador, es constitutivo de la
producción del sentido, fuera de toda operación de conocimiento del sentido. Es
la hipótesis básica de la semiótica de Peirce.
Cuarta hipótesis: toda operación
de producción de sentido entre un actor A y un actor B presupone la
construcción de un tercero. Si se postula un observador O, este observador se
define por la composición de dos terceridades: O-C-A. La “estructura elemental”
de la producción significante tiene pues la misma forma para el actor y para el
observador: es una estructura ternaria.
Quinta hipótesis: para el
observador O, la equivalencia entre el tercero de A y el tercero de B es
indecible. Para el actor (A o B), la cuestión de la equivalencia entre su propio
tercro y el de su interlocutor es del orden de la porfecía del
autocumplimiento, es una equivalencia cuya validez depende de la creencia.
Sexta hipótesis: la
indecidibilidad puede volverse visible para A o para B: basta colocarse en la
posición O, es decir, ponerse fuera de juego, suspender la creencia.
Su sueño era explorar la
estructura indecible del imaginario, es decir, la estructura terciaria que preside
a toda producción de sentido y por ese camino tratar de aclarar la posición
epistemológica del observador (es decir, la suya en este caso, suponiendo que
se trate de una posición).
Estaba convencido de que ocupar
el lugar del observador es, por definición, estar fuera de juego, es decir:
jugar a otro juego. Es una cuestión de ponerse de costado, por decirlo así, más
que una cuestión de metalenguaje. Barthes lo había comprendido. Y había
comprendido también que sólo la escritura le permite a uno ponerse de costado.”
(Eliseo Verón, en “Noviembre/November 1998 Sábado/Saturday
28. Tema/Subject Ponerse de costado” en Efectos de Agenda, Ed. Gedisa, Madrid,
1999, Pág.189)
Comentarios