“Es necesario entonces transformar el objeto empírico del
punto de partida (el o los textos) por medio de una investigación que se
oriente al orden de la discursividad. Definamos dicho orden de la discursividad
al menos por la negativa: no hay que tratar los textos como si consistieran en
series (necesariamente lineales) de enunciados, obtenidos por “normalización” del
corpus (obtenidos, en otras palabras, por destrucción de lo discursivo).
Desde este punto de vista, el orden de lo discursivo remite
a dos cuestiones importantes. La primera concierne a lo que he llamado la
materialidad del sentido. En efecto, la discursividad es un proceso de
espaciotemporalización de la materia lingüística: exhibición espacial y puesta
en secuencia temporal, inextricablemente ligadas una a la otra. Contrariamente
a la opinión de Saussure, el orden del discurso no es lineal. La segunda
cuestión concierne al hecho de que, si está interesado en el estudio del
sentido socialmente producido de conjuntos signficantes atestiguados, no se
trata prácticamente nunca con objetos significantes homogéneos: en los
discursos sociales hay, siempre, diversas materias y, por lo tanto, diversos
niveles de codificación que operan simultáneamente: imagen-texto,
imagen-palabra-texto-sonido; palabra-comportamiento-gestualidad, etc. Esos “paquetes”
significantes complejos son los que recorren las redes sociales del sentido.”
(Eliseo Verón en "Semiosis de lo Ideológico y del Poder" publicado en Espacios N° 1 Diciembre de 1984, en Cursos y Conferencias segunda época, 1°ed. Ed. Oficina de Publicaciones Ciclo Básico Común - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1995, Pág. 22).
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