(...)
¡Oh, ceguera de los grandes! Caminan como inmortales
Sobre las espaldas agobiadas, seguros
De los puños alquilados, confiados
En la violencia, que ya mucho tiempo ha reinado
Pero mucho tiempo no es la eternidad.
¡Los tiempos cambian! ¡Oh esperanza de los pueblos!
(...)
¡Hasta siempre, poderoso señor! ¡Dígnate marchar erguido!
¡Desde palacio te siguen los ojos de muchos enemigos!
Ya no necesitas más constructores, bastará un carpintero.
No ocuparás ya ningún palacio, sólo una pequeña fosa.
Mira alrededor de ti una vez más. ¡Ciego!
(...)
Cuando se derrumba la casa de un poderoso
Aplasta también a los pequeños.
Aquellos que no compartieron la felicidad de los grandes
Comparten casi siempre su desgracia.
El carruaje que se despeña arrastra también
A los sudorosos animales al abismo.
Bertol Brecht en "El círculo de tiza caucasiano". Ed. Nueva Visión. Buenos Aires, 1964.
¡Oh, ceguera de los grandes! Caminan como inmortales
Sobre las espaldas agobiadas, seguros
De los puños alquilados, confiados
En la violencia, que ya mucho tiempo ha reinado
Pero mucho tiempo no es la eternidad.
¡Los tiempos cambian! ¡Oh esperanza de los pueblos!
(...)
¡Hasta siempre, poderoso señor! ¡Dígnate marchar erguido!
¡Desde palacio te siguen los ojos de muchos enemigos!
Ya no necesitas más constructores, bastará un carpintero.
No ocuparás ya ningún palacio, sólo una pequeña fosa.
Mira alrededor de ti una vez más. ¡Ciego!
(...)
Cuando se derrumba la casa de un poderoso
Aplasta también a los pequeños.
Aquellos que no compartieron la felicidad de los grandes
Comparten casi siempre su desgracia.
El carruaje que se despeña arrastra también
A los sudorosos animales al abismo.
Bertol Brecht en "El círculo de tiza caucasiano". Ed. Nueva Visión. Buenos Aires, 1964.
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